Jardines japoneses
El jardín japonés surge de la necesidad cultural del pueblo japonés, de estar en contacto con la naturaleza.
Las primeras noticias sobre jardines japoneses están recogidas en la milenaria obra Nihon Shoki (720 d.C.), aunque no existen vestigios de estos primigenios jardines. Desde este momento su presencia se hace una constante a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un reflejo del respeto por la naturaleza.
En estos jardines se busca la asimetría, pero también la armonía. El Sakutei-Ki es un texto del siglo XII con órdenes para construir el modelo de jardín japonés. Todas las enseñanzas se basan sobre el principio del equilibrio inestable, siempre a punto de romperse (representa el equilibrio entre el Hombre, el Cielo y la Tierra). Las practicaban personas de clase alta, no por mera composición, sino para ejercitar la mente.
Hay varios estilos diferentes de jardín dependiendo de la funcionalidad: jardín zen, el jardín de té, el jardín de paseo y el jardín de paisaje prestado.
El jardín zen, “karesansui”, es un espacio para la meditación. No necesita vegetación ni grandes extensiones, puede construirse dentro de la viviendo en un espacio de un metro cuadrado. Es su armonía compositiva y su simbolismo lo que lo convierte en un espacio para la contemplación.
El jardín de té, “chaniwa”, esta diseñado para la celebración de la ceremonia del té. El espacio se divide en dos zonas, y se compone de un camino, una pequeña fuente, y vegetación, esta última imitará el aspecto del bosque con arbustos y árboles, al final del camino habría una cabaña de madera donde se celebraría la ceremonia del té.
El jardín de paseo, o “kaiyushiki”, se caracteriza por su gran tamaño, en él se ubican árboles, estanques y arroyos, puentes y caminos. Debemos poder apreciarlo desde la distancia con un sólo golpe de vista para disfrutar de la sensación de conjunto.
El jardín de paisaje prestado, o «shakkei-zukuri«, consiste en la generación de un diálogo entre nuestro jardín y el entorno, debemos conseguir que los paisajes se fundan, invisibilizar los límites de nuestra propiedad y que esta forme parte del paisaje circundante.
La ventaja de este tipo de jardines, al margen de su belleza, es su sencillo mantenimiento. Estos jardines permiten distribuir el consumo de agua de forma mucho más equilibrada que en otro tipo de jardines. Sus espacios están muy determinados y por consecuencia siempre el riego es menor.
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